Joseph Mc Micking, el creador de un sueño
La historia de Sotogrande no puede escribirse sin dedicar un capítulo destacado a la labor Joseph Mc Micking, fundador de la urbanización. Gracias a su magistral idea, hoy es posible disfrutar de este paraíso al sur del sur, que comenzó a latir de forma casi casual en 1962, y que no ha cesado de hacerlo desde entonces para dar, a sus residentes, un lugar donde la calidad de vida se escribe con letras mayúsculas.
Todo empezó cuando en 1962 el director de marketing de la compañía aérea Swiss Air decidió regalar vuelos a España a varios ejecutivos que hacían uso habitual de sus aviones. Entre las invitaciones, dos fueron para Ayala Corporation, en Manila. Al verlas, Fredy Melián, por aquellos años trabajador de la compañía, pensó en aprovecharlas para irse de vacaciones a la Península. Pero, su jefe, Joseph McMicking, tenía otros planes para él: buscar unos terrenos en la cuenca mediterránea para crear una exclusiva urbanización. Los requisitos eran: una finca de grandes dimensiones, con al menos un kilómetro de costa; facilidad de comunicación, y agua en abundancia.
De entre las numerosas opciones que Melián llevó de vuelta a Mc Micking, es curiosa la posibilidad que hubo de compra de la isla de Formentera. Sin embargo, Joe y sus sobrinos, Jaime y Enrique Zóbel, se declinaron por la finca Paniagua, en el Estrecho de Gibraltar, por incorporar el agua de un río, el Guadiaro; estar cerca de un aeropuerto internacional, el del Peñón, y ofrecer la posibilidad de agrupar otras fincas también en venta, como la de Sotogrande o la de Valderrama.
Hay que puntualizar, en este apartado, que por aquellos tiempos, en España, no era posible que un extranjero comprara terrenos sin el permiso de los militares. Las autoridades, sin embargo, no pusieron trabas a Mc Micking para desarrollar Sotogrande, definiendo a la urbanización como Centro de Interés Turístico Nacional, y contando, en todo momento, con el apoyo de Francisco Franco.
Se podría decir, que la primera piedra de Sotogrande fue la creación del Real Club de Golf. Mc Micking se lo encargó a Robert Trent Jones con la idea de construir en torno a él lo que hoy es Sotogrande. Entre las diversas anécdotas sobre este proyecto, llama la atención cómo para formar la pradera del campo se eligió una variedad híbrica de bermuda nunca usada en Europa, que se trajo en un bombardero americano desde Florida para que no se deteriorase.
El objetivo de Joe era crear un lugar que perdurase en el tiempo, y en todo lo que hizo el fundador prevaleció este principio. Tanto es así, que, por ejemplo, las conducciones y tendidos eléctricos fueron soterrados, algo inusual en aquellos años y que aún hoy perdura en una urbanización que, desde sus inicios, apostó por el futuro.
Así, poco a poco, Sotogrande fue tomando forma y dándose a conocer fuera de las fronteras españolas. Para dar estancia a los primeros visitantes, se aprovechó la existencia en Valderrama de un hostal llamado ‘El León’, al que se le sumaron canchas de tenis y dos piscinas que lo convirtieron en el famosos Hotel Tenis, el primero de Sotogrande. Y, para dar a los residentes un espacio donde fomentar la vida social, Mc Micking construyó frente al club de golf una zona de relax, con barras y casetas de brezo, que más tarde derivó en lo que hoy es el club de playa El Cucurucho.
Sotogrande ya era una realidad, aunque su historia aún estaba por escribir. A la par que se alzaba el campo de golf, Joe y Fredy comenzaron a levantar sus casas, las primeras de Sotogrande y, en Guadiaro, Mc Micking apostó por crear una escuela junto al cortijo de Los Canos, el actual colegio Gloria Fuertes.
Así, Sotogrande fue tomando forma. Mc Micking se aseguró de crear una de las comunidades más exclusivas del mundo. El secreto de su éxito radicó en la ausencia de intereses comerciales. Los que venían a Sotogrande lo hacía por amistad, en búsqueda de una calidad de vida que siempre ha sido el valor más destacado de la urbanización. De esta forma, la gran familia sotograndina comenzó a andar, una pequeña comunidad de propietarios formada sobre todo por filipinos, belgas, austriacos y franceses y donde la presencia española era escasa, con familias como la Vallejo- Nájera, Álvarez Guerra o Benjumea, entre otras.
Pronto llegaría, además, el polo, que trajo de Filipinas Enrique Zóbel, creando la antigua y legendaria cancha de la playa que tan buenos recuerdos dio a los primeros residentes de Sotogrande, amantes, todos, del deporte y la vida familiar. Gentes que adoraban su urbanización y que vivieron en ella unos años irrepetibles gracias al empeño de Joseph Mc Micking de hacer en España un paraíso donde ser feliz.
*Información obtenida bajo consulta del libro de Sotogrande.
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